Hoy en día, la odontología se ha vuelto mucho más exigente en lo que a la estética se refiere. Conseguir resultados meramente funcionales sin tener en cuenta la anatomía dental, la belleza… ya no es suficiente. Es por eso que ha sido necesario evolucionar, para buscar la correcta combinación entre lo funcional y la estética.
Existen diferentes tipos de tratamientos, pero los más usados son las llamadas carillas dentales. Las carillas son unas finas láminas que se colocan en la parte frontal de los dientes y nos permiten mejorar diferentes aspectos de la estética dental. Son ideales para todas aquellas personas que quieren mejorar su imagen, especialmente para aquellos pacientes que quieran cambiar el color, forma y/o posición de los dientes.
Debemos tener claro que no todas las personas son aptas para este tipo de tratamiento. Lo primero que se debe tener en cuenta es que las carillas no pueden solucionar todos los problemas estéticos. En algunos casos se recomiendan otro tipo de tratamientos, como el blanqueamiento o la ortodoncia.
Entre los problemas que solucionan las carillas podemos encontrar:
- Dientes manchados severamente, en los que los tratamientos de blanqueamiento no son eficaces con manchas extremadamente oscuras.
- Imperfecciones menores en la estructura de los dientes, ya que las carillas consiguen ocultar las virutas, grietas y los dientes con pequeñas fracturas.
- Problemas estéticos coexistentes tales como dientes ligeramente torcidos, un diente astillado o varios dientes manchados, los tres problemas pueden arreglarse con un único tratamiento de carillas dentales.
Estos tratamientos pueden generar dudas a nuestros pacientes, pero actualmente son ya tratamientos predecibles a largo plazo y, lo más importante, muy conservadores. Lo que significa que prácticamente no debemos tocar el diente natural, simplemente con una ligera preparación podemos realizar tratamientos totalmente estéticos.
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